Con la dificultad que entraña el tratar de glosar en pocas palabras, la figura del que fue en vida nuestro mentor y amigo, pretender hacerlo con la sencillez de la que él hacía gala en todos sus actos, es tarea harto difícil y compleja.

Era tal su calidad profesional y humana, que tratar de sintetizarla me resulta de una enorme dificultad.

Ejerció en magisterio de forma docta.
Cuando aconsejaba, era ecuánime y honesto.
Era respetado sin protocolos.
Transmitió a sus discípulos, su enorme experiencia de forma amable y generosa.
Era accesible por su sencillez y paciente con los menos diestros.
Su altruismo se manifestaba prestando ayuda a los que le necesitaron.
Era humilde como lo son los grandes hombres.
Respetuoso con los discrepantes.

Entrañable, cordial, afable, sin diferencias generacionales cuando se relacionaba con nuestros hijos, esto es un compendio de lo que en si fue nuestro querido MAESTRO con mayúsculas.

Los que fuimos destinatarios de sus enseñanzas y de su amistad, le estamos agradecidos, porque todo ello fue un maravilloso regalo con el que, con profunda generosidad, nos obsequió en vida y estará siempre en nuestro recuerdo y su ejemplo será la lección que todos podremos evocar.

Juan Ángel Gaviria Casillas